viernes, 23 de mayo de 2008

RETENCIÓN DE LÍQUIDOS

Un aumento de peso inexplicable, piernas o manos hinchadas, debilidad, calambres..., todo ello puede ser consecuencia de una retención de líquidos. Si bien en principio es un problema que no entraña mayor peligro, sí que puede ser síntoma de algún padecimiento como hipertensión o algunas cardiopatías.

Es un problema de salud que atañe a gran número de personas, especialmente a las mujeres. Y para tratarlo eficazmente es necesario descubrir qué causas lo motivan;
La retención de líquidos se produce cuando hay una imposibilidad de eliminar cualquier humor del organismo (agua y líquidos de cualquier clase) y se superan los niveles del 75%. Desde un punto de vista estético, puede provocar celulitis y un aumento de volumen considerable. En muchos casos, se llega a confundir incluso con sobrepeso, por eso las personas que lo sufren se someten a dietas de adelgazamiento erróneas, agravando el problema.

Muchos son los factores que pueden provocar la retención de líquidos: Una mala alimentación con exceso de sal y de alcohol, y falta de proteínas y nutrientes.Una vida muy sedentaria.Fluctuaciones hormonales (embarazo, menopausia).Trastornos hepáticos, cardìacos o renales, que hacen desequilibrar la balanza y provocan que los tejidos acumulen fluidos.Uso de ciertos medicamentos...Todos estos factores contribuyen a esa pesadez y malestar general provocado por este problema .

Aunque la retención de líquidos no suele ser un problema muy molesto, sí es necesario acudir al médico, especialmente si persiste a lo largo del tiempo sin obedecer a cambios hormonales (como durante la menstruación o el embarazo), si se aumenta repentinamente de peso de forma importante o si al ejercer presión sobre la piel en la zona hinchada queda marca durante demasiado tiempo.Éstos suelen ser síntomas que delatan problemas mayores, como hipertensión, algunas cardiopatías o hipertrofia renal.

Una vez se han descartado posibles problemas serios, se puede recurrir a remedios sencillos, pero efectivos:

  • Haz ejercicio. Nadar, caminar, montar en bicicleta, subir y bajar escaleras…, cualquier ejercicio de estas características en el que haya que mover las piernas, facilita el trabajo a los riñones
  • Métete en el agua,mueve las piernas para que los músculos bombeen los líquidos hacia la vejiga. La presión que ejerce el agua facilitará la expulsión a través de la orina.
  • Descansa las piernas y pies.
  • Bebe mucha agua. Cuanto más agua tomes, más fácilmente podrás expulsar los líquidos sobrantes. La cantidad mínima recomendada es de un litro y medio a dos litros. No esperes a tener sed para beber, hazlo de forma continuada a lo largo del día.
  • Las hierbas y vegetales diuréticos te ayudarán. Los más eficaces son las infusiones de perejil, enebro, hojas de olivo, cola de caballo, caldos de puerros, espárragos frescos y pepino.
  • Una dieta rica en proteínas. Evita la retención de agua, ya que tras su ingestión el hígado produce la albúmina, que es la sustancia necesaria para que los fluidos no se acumulen en los tejidos.
  • El reposo es esencial. Ocho horas por la noches y a poder ser una hora después de comer, si tu ritmo de vida te lo permite.

Prohibiciones

  • La utilización de diuréticos. Sólo han de tomarse bajo prescripción facultativa, ya que si se consumen habitualmente puede provocar el efecto rebote
  • El uso abusivo de sal. Es necesario que reduzcas el consumo de sal en las comidas, ya que un exceso de sodio en el organismo le costará a los riñones más 24 horas eliminarlo, lo que provocará la retención de líquidos.

Para evitar la retención de líquidos hay que seguir una dieta baja en sodio, por tanto la primera medida a adoptar es reducir la sal en las comidas. Para que las comidas no resulten insípidas y realzar el sabor de los alimentos se pueden usar como sustitutivo hierbas aromáticas, vinagre, limón, ajo o cebolla. Pero no todo el sodio se ingiere a través de la sal de mesa. Todos los alimentos lo contienen en mayor o menor proporción, por eso es necesario también evitar aquellos que contengan mayor cantidad: embutidos, conservas, quesos (excepto los quesos sin sal), ahumados, curados, biscotes, pan con sal, pastillas de caldo, sopas y purés comerciales, aguas minerales con gas, alcohol, etc. Lo mejor es seguir una dieta rica en verduras, hortalizas, fruta, legumbres e hidratos de carbono complejos (pasta, arroz) y alimentos ricos en potasio en general.

Entre las verduras y hortalizas más recomendadas se encuentran las patatas, calabaza, tomate, calabacín, berenjena, espárragos, setas y alcachofas. Y de las frutas la más aconsejable es el plátano, por su alto contenido en potasio. Por otro lado,volvemos a recordar,por último lo importante de beber agua (aproximadamente dos litros al día) y preferiblemente fuera de las comidas."

Lole Romero.-

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